viernes, 9 de marzo de 2012

EQUIDAD DE GÉNERO, DEMOCRACIA Y PARTICIPACIÓN SOCIAL


Juan Pablo Letelier con mujeres pobladoras
que ganan subsidios de vivienda

La discusión que se da en torno al tema género, está  en un permanente dialogo con todos los actores, gobierno, parlamento, sociedad civil, y  responde a un determinado estado de desarrollo, del  modelo económico y político,  y a las  comprensiones culturales dominantes. Las leyes referidas al género por lo tanto, no son construcciones abstractas si no que responden a esas determinadas condicionantes históricas.

Desde el retorno a la Democracia en 1989, en Chile ha habido un avance significativo en el ámbito legislativo respecto a lograr parámetros aceptables en la equidad de género, aunque aún queda un largo camino por recorrer, no sin conflictos y contradicciones, propias de un tema atávico, de fuerte raigambre cultural, económica y política.

Los movimientos sociales, incluidos los movimientos de mujeres, construyeron durante los años de la dictadura un fuerte tejido de organizaciones que lucharon por los derechos de la mujer y por la equidad de género, como parte de la lucha masiva por la conquista de la democracia.  Esto se tradujo en la exigencia para los gobiernos democráticos  – y por ende para el  Parlamento – de generar legislaciones  que implementaran políticas públicas, que terminaran con las desigualdades entre hombres y mujeres en un amplio espectro de aspectos y ámbitos de acción en lo público y privado.

Los primeros esfuerzos estuvieron focalizados en crear una institucionalidad acorde con esos  principios, y fundamentalmente construir una legislación que posibilitara la implementación de políticas de equidad de género, y lograr transversalizar la perspectiva de género a todo el quehacer del Estado, situación que obviamente aún no termina por concluir. 

En los últimos 20 años, se han construido hitos que demuestran que a pesar de las dificultades se ha logrado que en Chile  construir  un sistema de protección de los derechos de la mujer, que incorpora  paulatinamente  la equidad de género.

Desde la ley que crea el Servicio Nacional de la Mujer, SERNAM, en 1991, hasta  la ley que extiende el descanso postnatal para mujeres trabajadoras a seis meses y permite traspasar al padre parte del tiempo de descanso, entre otros beneficios o la aprobación de la ley Anti discriminación por parte del  Senado, ha habido una serie de iniciativas que marcan avances importante en las políticas públicas respecto a la igualdad de género y los derechos de la mujer.

Entre otras normas aprobadas en estos veinte años, encontramos  la ley de Violencia Intrafamiliar;  la Ley que establece el régimen de participación en los gananciales,  la ley que modifica normas sobre filiación o las leyes como la Igualdad jurídica de los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio,  la Reforma Constitucional sobre el principio de igualdad entre todas las personas  y la Ley que tipifica y sanciona los Delitos Sexuales, la  creación de los Tribunales de Familia, o la Ley de Femicidio.  

Con todas las limitaciones que aún tenemos, existe un largo catalogo de leyes relativas a la condición  y derechos de la  mujer como a la igualdad de género, lo cual nos demuestra que si bien subsisten carencias,  ha habido una preocupación por avanzar, modernizar y generar legislaciones que han perfeccionado nuestro sistema democrático con una mayor  participación social.

Senador Letelier con  mujeres  familiares de
ejecutados políticos
Pero en el ámbito político, subsisten importantes carencias, como es entre otros, el tema la participación de las mujeres y la igualdad de oportunidades para ser elegidas en  cargos de representación popular, que promueve la representación equilibrada entre mujeres y hombres, o  “Ley de Cuotas”.

Aunque la evolución de la participación femenina en el  poder político entre  1995 - 2005 – 2009, ha aumentado gradualmente desde un 12%, 19% y 22%  respectivamente, la realidad es que la igualdad de género dista mucho de ser un tema resuelto.

Por ello, según el Informe de Desarrollo Humano, “es posible afirmar que las mujeres no están plenamente incorporadas al ejercicio del poder en las organizaciones formales tradicionales. No se trata sólo de la distribución porcentual de los cargos en los distintos ámbitos de la toma de decisiones, sino en la “manera de hacer las cosas” en esas esferas. Los lenguajes, los temas, los horarios, la forma de las sociabilidades y el uso de los espacios, las estrategias de alianza, el manejo de los conflictos y los estilos de liderazgo, todos ellos reproducen de manera imperceptible el predominio masculino”.

En Chile, la ecuación de poder sigue siendo favorable a los hombres. Tenemos instituciones machistas – patriarcales – en las cuales sigue predominando una realidad que entiende estos espacios políticos como instituciones en que pesa más la tradición que las necesidades de la gente.

En ese sentido el Parlamento (y los Partidos Políticos) siguen siendo escenarios de disputa del poder político y simbólico en los cuales se discuta con transparencia y responsabilidad  sobre la igualdad de condiciones, deberes y derechos entre hombres y mujeres.

Y si tomamos en cuenta que vivimos en una sociedad caracterizada por el neoliberalismo, en que el mercado es el principal adjudicador de recursos, esto también se refleja institucionalmente en la forma de asignar fondos  a temas como los que estamos tratando. 

Por otra parte, a pesar de las reformas introducidas en el aparato del Estado, éste sigue siendo un espacio burocrático impenetrable, que no contempla como parte de su quehacer cotidiano la ciudadanización de sus políticas, una verdadera y efectiva participación y dialogo con la sociedad civil, lo cual  hace muy difícil que ambos mundos entren en una sintonía frente a los problemas, anhelos y necesidades de la gente, todo lo cual dificulta la implementación de políticas de equidad de género.

Leyes como las que comentamos – sobre los derechos de la mujer y la equidad de género -  que inciden en aspectos con tanta raigambre social, cultural, económica y política, no solo necesitan de una voluntad y decisión del ejecutivo o de los parlamentarios, sino que requieren de un aporte explícito, creador, innovador, riguroso, de la sociedad civil, entregando opiniones, argumentos, información, que permitan legislar efectivamente desde las necesidades y anhelos de las personas y no solo de la visión o iluminación de los parlamentarios.

Los parlamentarios necesitamos que los movimientos sociales se empoderen de sus temas, y los hagan ver en el espacio parlamentario. Nosotros desde la Vicepresidencia hemos tratado de ejercer esa mirada, de ciudadanizar el Senado, abriendo espacios para la discusión, para el planteamiento de ideas desde la sociedad civil, en el convencimiento que solo en el dialogo con la ciudadanía podemos cumplir con el rol que se nos ha encomendado, legislar en beneficio de las grandes mayorías.

Por eso, hago un llamado, a ustedes, a las mujeres y a todo el movimiento social, a asumir también no solo las demandas, sino la elaboración de propuestas que permitan generar las sinergias necesarias para lograr efectivamente, en el caso que hoy tratamos,  de obtener una legislación  que realmente incorpore la perspectiva de género, no como una concesión, sino como un derecho.


Juan Pablo Letelier
Vicepresidente del Senado

8 de Marzo de 2012

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