Hemos entrado de lleno en la segunda década del siglo XXI, y a 21 años
del retorno a la Democracia, es necesario
proponernos nuevas metas.
En los 20 años de gobierno de la Concertación Democrática se logró una
transición exitosa, se realizaron avances fundamentales en lo político,
económico y social. Sin embargo, quedaron déficits importantes en materias
relevantes como la participación ciudadana y las reformas políticas, especialmente
del sistema binominal. Así mismo no fuimos capaces de exterminar la concentración
de la riqueza, que ha gatillado que Chile sea uno de los países con mayor
desigualdad en la Región.
Desde la última elección, el gobierno de la derecha ha profundizado esas
insuficiencias, es así como tenemos mayor concentración de la riqueza, un estancamiento
de las reformas democráticas, una significativa insensibilidad frente a las demandas sociales,
y una tendencia privatizadora y a
mercantilizar todos los temas.
Pero los tiempos políticos corren rápido y en 19 meses más volveremos a elegir a un nuevo
gobierno y un nuevo Parlamento. Esta puede ser una elección más, o puede ser un
momento de desafíos que gatille cambios profundos, donde los ciudadanos decidan
si efectivamente quieren transformaciones de verdad.
Por todo esto, es necesario romper las amarras que nos impiden avanzar y
ese perfeccionamiento se debe plasmar entre otras reformas urgentes, en una
Nueva Constitución.
Nueva Constitución que consagre los derechos del pueblo a una vida segura,
con educación gratuita y de calidad, con salud pública eficiente, oportuna y
suficiente, con trabajo y salarios decentes, con viviendas dignas y accesibles
para todos, con una seguridad social adecuada, con alimentación sana y
garantizada soberanamente, libre de transgénicos y venenos agroindustriales,
con oportunidades de perfeccionamiento técnico, científico, artístico, cultural
y deportivo accesible a todos.
Una Constitución que consagre los derechos de la naturaleza a ser
protegida, cuidada y conservada porque esta es nuestra casa común y la única
que tenemos y debemos preservarla sana y limpia para las generaciones que
vendrán.
Una Constitución que consagre los derechos a la diversidad, a la
libertad de expresión más amplia, que promueva la cimentación de una sociedad
incluyente, en que no quepa la discriminación ni las manifestaciones de odio ni
intolerancia.
Una Constitución que otorgue a cada ciudadano la certeza de su
representación, donde todos podamos impulsar leyes a través de la iniciativa
popular, que sea el plebiscito la forma de resolver las demandas que afectan
los derechos de la gente cuando las instituciones se inmovilizan, que las
personas puedan fiscalizar a sus representantes y también les puedan revocar
sus mandatos cuando éstos les defrauden.
Que las promesas de las campañas electorales sean exigibles y
demandables, que todas las funciones del Estado a todos los niveles sean de
elección popular, incluyendo los jueces, los magistrados, los gobiernos
provinciales e intendentes.
Que cualquier ciudadano pueda ser candidato, que las campañas
electorales sean igualitarias para todos, que las regiones, provincias y comunas tengan acceso
proporcional a los recursos del Estado, en forma descentralizada y con autonomía
del poder central.
Una Constitución que restablezca el domino soberano sobre nuestras
riquezas, el cobre, el litio, el mar y las aguas, que deben ser propiedad de
todos los chilenos, que se asegure que esas riquezas se destinen a garantizar el
desarrollo y el bienestar de todos y no a convertirse en acumulación de mayores
fortunas de unos pocos.
Una Constitución que reparta la carga tributaria con justicia y equidad,
forzando a pagar más a los que tienen más y liberando de la carga a los que
tienen menos.
En síntesis, es la hora de traspasar el poder a los ciudadanos para
empujar las grandes transformaciones, terminando de una vez por todas con los
resabios de la dictadura que nos obligó a regirnos por las actuales reglas
políticas, hechas a la medida de la Derecha para que nada cambie en este país.
Por eso, uno de los grandes desafíos es justamente promover una Nueva
Constitución Política, que sea capaz de plasmar en un texto fundamental los valores y principios que nos entreguen más
democracia, más libertad, más justicia y sobre todo más igualdad.
Juan Pablo Letelier
Senador
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