Juan Pablo Letelier con mujeres pobladoras que ganan subsidios de vivienda |
La discusión que se da en torno al tema género, está en un permanente dialogo con todos los
actores, gobierno, parlamento, sociedad civil, y responde a un determinado estado de
desarrollo, del modelo económico y
político, y a las comprensiones culturales dominantes. Las
leyes referidas al género por lo tanto, no son construcciones abstractas si no
que responden a esas determinadas condicionantes históricas.
Desde el
retorno a la Democracia en 1989, en Chile ha habido un avance significativo en
el ámbito legislativo respecto a lograr parámetros aceptables en la equidad de
género, aunque aún queda un largo camino por recorrer, no sin conflictos y
contradicciones, propias de un tema atávico, de fuerte raigambre cultural,
económica y política.
Los movimientos
sociales, incluidos los movimientos de mujeres, construyeron durante los años
de la dictadura un fuerte tejido de organizaciones que lucharon por los
derechos de la mujer y por la equidad de género, como parte de la lucha masiva
por la conquista de la democracia. Esto
se tradujo en la exigencia para los gobiernos democráticos – y por ende para el Parlamento – de generar legislaciones que implementaran políticas públicas, que
terminaran con las desigualdades entre hombres y mujeres en un amplio espectro de
aspectos y ámbitos de acción en lo público y privado.
Los primeros esfuerzos
estuvieron focalizados en crear una institucionalidad acorde con esos principios, y fundamentalmente construir una
legislación que posibilitara la implementación de políticas de equidad de
género, y lograr transversalizar la perspectiva de género a todo el quehacer
del Estado, situación que obviamente aún no termina por concluir.
En los últimos 20
años, se han construido hitos que demuestran que a pesar de las dificultades se
ha logrado que en Chile construir un sistema de protección de los derechos de la
mujer, que incorpora paulatinamente la equidad de género.
Desde la ley que crea
el Servicio Nacional de la Mujer, SERNAM, en 1991, hasta la ley que
extiende el descanso postnatal para mujeres trabajadoras a seis meses y permite
traspasar al padre parte del tiempo de descanso, entre otros beneficios o la
aprobación de la ley Anti discriminación por parte
del Senado, ha habido una serie de iniciativas
que marcan avances importante en las políticas públicas respecto a la igualdad
de género y los derechos de la mujer.
Entre otras normas
aprobadas en estos veinte años, encontramos
la ley de Violencia Intrafamiliar;
la Ley que establece el régimen de participación en los gananciales, la ley que modifica normas
sobre filiación o las leyes como la Igualdad jurídica de los
hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, la Reforma Constitucional sobre el principio
de igualdad entre todas las personas y
la Ley que tipifica y sanciona los Delitos Sexuales, la creación de los Tribunales de Familia, o la Ley de Femicidio.
Con todas las limitaciones que aún tenemos, existe un largo
catalogo de leyes relativas a la condición
y derechos de la mujer como a la
igualdad de género, lo cual nos demuestra que si bien subsisten carencias, ha habido una preocupación por avanzar,
modernizar y generar legislaciones que han perfeccionado nuestro sistema
democrático con una mayor participación
social.
Senador Letelier con mujeres familiares de ejecutados políticos |
Pero en el ámbito político,
subsisten importantes carencias, como es entre otros, el tema la participación
de las mujeres y la igualdad de oportunidades para ser elegidas en cargos de representación popular, que
promueve la representación equilibrada entre mujeres y hombres, o “Ley de Cuotas”.
Aunque la evolución de la participación
femenina en el poder político entre 1995 - 2005 – 2009, ha aumentado gradualmente
desde un 12%, 19% y 22% respectivamente,
la realidad es que la igualdad de género dista mucho de ser un tema resuelto.
Por ello, según el Informe de Desarrollo
Humano, “es posible afirmar que las mujeres no están plenamente incorporadas al
ejercicio del poder en las organizaciones formales tradicionales. No se trata
sólo de la distribución porcentual de los cargos en los distintos ámbitos de la
toma de decisiones, sino en la “manera de hacer las cosas” en esas esferas. Los
lenguajes, los temas, los horarios, la forma de las sociabilidades y el uso de
los espacios, las estrategias de alianza, el manejo de los conflictos y los
estilos de liderazgo, todos ellos reproducen de manera imperceptible el
predominio masculino”.
En Chile, la ecuación de poder sigue siendo
favorable a los hombres. Tenemos instituciones machistas – patriarcales – en las
cuales sigue predominando una realidad que entiende estos espacios políticos como
instituciones en que pesa más la tradición que las necesidades de la gente.
En ese sentido el Parlamento (y los Partidos
Políticos) siguen siendo escenarios de disputa del poder político y
simbólico en los cuales se discuta con transparencia y responsabilidad sobre la igualdad de condiciones, deberes y
derechos entre hombres y mujeres.
Y si tomamos en
cuenta que vivimos en una sociedad caracterizada por el neoliberalismo, en que
el mercado es el principal adjudicador de recursos, esto también se refleja
institucionalmente en la forma de asignar fondos a temas como los que estamos tratando.
Por otra parte, a
pesar de las reformas introducidas en el aparato del Estado, éste sigue siendo un
espacio burocrático impenetrable, que no contempla como parte de su quehacer
cotidiano la ciudadanización de sus políticas, una verdadera y efectiva
participación y dialogo con la sociedad civil, lo cual hace muy difícil que ambos mundos entren en
una sintonía frente a los problemas, anhelos y necesidades de la gente, todo lo
cual dificulta la implementación de políticas de equidad de género.
Leyes como las que
comentamos – sobre los derechos de la mujer y la equidad de género - que inciden en aspectos con tanta raigambre
social, cultural, económica y política, no solo necesitan de una voluntad y
decisión del ejecutivo o de los parlamentarios, sino que requieren de un aporte
explícito, creador, innovador, riguroso, de la sociedad civil, entregando
opiniones, argumentos, información, que permitan legislar efectivamente desde
las necesidades y anhelos de las personas y no solo de la visión o iluminación
de los parlamentarios.
Los parlamentarios
necesitamos que los movimientos sociales se empoderen de sus temas, y los hagan
ver en el espacio parlamentario. Nosotros desde la Vicepresidencia hemos
tratado de ejercer esa mirada, de ciudadanizar el Senado, abriendo espacios
para la discusión, para el planteamiento de ideas desde la sociedad civil, en
el convencimiento que solo en el dialogo con la ciudadanía podemos cumplir con
el rol que se nos ha encomendado, legislar en beneficio de las grandes
mayorías.
Por eso, hago un
llamado, a ustedes, a las mujeres y a todo el movimiento social, a asumir
también no solo las demandas, sino la elaboración de propuestas que permitan
generar las sinergias necesarias para lograr efectivamente, en el caso que hoy
tratamos, de obtener una legislación que realmente incorpore la perspectiva de género,
no como una concesión, sino como un derecho.
Juan Pablo Letelier
Vicepresidente del
Senado
8 de Marzo de 2012
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